Desigualdades sociales en tiempos de pandemia
Una pandemia por estratos
Casi un millón de personas han muerto por COVID-19; muchas más sufren los efectos de la pandemia: pobreza, desempleo, desplazamiento e inseguridad; otros soportan los abusos de autoridad, que empeoran con el miedo.
Sin duda, la COVID-19 nos afecta según nuestra condición social. Parece que en muchas partes del mundo, incluyendo a Colombia, los gobiernos no entendieron que esta no es cualquier crisis; sus errores comienzan a verse en la pobreza y la desigualdad.
Masificación de la pobreza
Colombia había reducido su pobreza durante la última década.
Según el Departamento Nacional de Planeación (DNP), entre 2008 y 2018, 5 millones de personas salieron de la pobreza, debido al aumento del ingreso per cápita. En el mismo sentido, entre los años 2010 y 2013, el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) se redujo en un 5,6 %
Pero, según el DANE, esta tendencia ha comenzado a revertirse; por ejemplo, hay un deterioro sutil en el indicador de pobreza monetaria: pasó de 26,9 % (2017) a 27 % (2018).
La pandemia agravó este retroceso: muchos colombianos perdieron sus empleos y los trabajadores informales se quedaron sin alternativas. Fedesarrollo estima que la pobreza aumentará hasta un 38 % en este año: esto sería perder el avance acumulado de los últimos años.
La crisis económica, como es lógico, se está convirtiendo en una crisis alimentaria: la FAO estima que el 5,5 % de la población mundial se encuentra en riesgo de desnutrición.
A largo plazo, a Colombia la perjudicará interrumpir la educación de los jóvenes, especialmente de los más pobres. Según Andesco, la cobertura de internet es del 52 % en zonas urbanas y del 7 % en zonas rurales. Estas cifras son insatisfactorias, porque el acceso a la educación hoy depende de este medio. El servicio de internet no es lo único que falta; muchos hogares no tienen un dispositivo para ver las clases.
Crisis en el mercado laboral
Se espera que reactivar la economía mejore la situación y que la pobreza no aumente de manera desmedida; pero muchas empresas carecen de activos suficientes para contratar, y muchas personan no tienen todavía la suficiente confianza para salir a consumir.
Según el Banco de la República, las medidas de confinamiento obligatorio y aislamiento explican apenas la cuarta parte de la reducción del empleo entre febrero y abril de este año; las otras tres cuartas partes se deben a la enfermedad misma de la COVID-19 y a los choques negativos que sufrió la economía tras la declaratoria de pandemia. Finalmente, las restricciones sectoriales afectaron gravemente el empleo asalariado.
En junio de este año, la tasa de desempleo en Colombia fue de 19,8 %; pero ya antes de la pandemia teníamos una de las tasas más altas de la región.
La COVID-19 delató fallas fundamentales en la sociedad: informalidad, desigualdad de género, desempleo juvenil, brechas entre lo urbano y lo rural, entre otras.
Ayuda insuficiente y desigual
El Estado colombiano tiene grandes restricciones fiscales en este momento: una reducción del 13,6 % en el recaudo de impuestos, la caída de los precios del petróleo y la gran necesidad de aumentar el gasto para amortiguar los efectos de la pandemia.
Según Fedesarrollo, si el gobierno no hiciera nada ante la pandemia, la pobreza se elevaría hasta un 42,7 %. Sabiendo que su apoyo es necesario durante la crisis, el Gobierno ha mantenido los programas ya existentes —como Familias en Acción—; también creó el programa de Ingreso Solidario, que transfiere 160.000 pesos mensuales para tres millones de familias.
Las PyME, sin embargo, no han encontrado suficiente apoyo estatal, al igual que los desempleados, que cada vez son más.
En contraste, el Gobierno sigue apoyando a los bancos y a empresas que tributan poco o nada en Colombia, como Avianca.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario